Etapa del ciclo vital del ser humano que se extiende desde los 12 hasta los 18 años. Antes de alcanzar la adolescencia, las personas pasan por una etapa conocida como pubertad, que comienza al final de la infancia.

El inicio de la pubertad (hacia los 9 años en las niñas y hacia los 11 en los niños) viene determinado por cambios hormonales destinados a alcanzar la madurez sexual.

Estos cambios se reflejan externamente, como la aparición de vello, el desarrollo de los pechos en las niñas, la aparición de la menstruación, el cambio de voz en los varones, etc. La adolescencia es un proceso algo más complejo que viene determinado más por cambios psicológicos y sociales, por lo que la edad de inicio puede variar, y sus límites están menos definidos.

Los principales cambios físicos en las niñas son: crecimiento del vello púbico, cambios en la vagina, el útero y los ovarios, inicio de la menstruación y fertilidad, cambio en la forma pélvica, redistribución de la grasa en senos, caderas y muslos, aumento de estatura, aparición del olor corporal, aparición de problemas en la piel (acné) y crecimiento del vello corporal (en axilas, piernas…).

Los principales cambios físicos en los niños son: desarrollo de la musculatura, crecimiento del vello púbico, aparición de emisiones nocturnas, cambios en la voz, aparición de olor corporal, crecimiento de estatura, crecimiento del vello corporal y aparición de problemas en la piel (acné).

 

La adolescencia es la etapa de transición de la infancia y la edad adulta. Durante esta etapa se producen grandes cambios, tanto físicos como psicológicos, y también cambios en la organización y relaciones familiares. Suele ser una etapa problemática, pues la rapidez con que se producen estos cambios genera ansiedad y problemas de autoestima en los adolescentes, que tienen problemas para encontrar su lugar en el mundo, ya que han dejado de ser niños pero aún no son adultos.

Las relaciones entre padres e hijos adolescentes se vuelven especialmente difíciles y los desacuerdos son frecuentes. Los primeros desacuerdos aparecen porque los adolescentes empiezan a desarrollar sus propios puntos de vista y a forjarse una personalidad independiente, que choca frontalmente con la de sus padres.

Los adolescentes sienten una necesidad imperiosa de delimitar un sentido de identidad propio y diferente del de sus familiares, a la vez que necesitan reforzar su pertenencia a un grupo determinado. Por esta razón suelen pasar mucho tiempo en compañía de sus amigos, huyendo de las relaciones familiares.

Los comportamientos problemáticos del adolescente no suelen ser comprendidos por los padres, que suelen sentirse desconcertados ante los cambios de sus hijos. Sienten que han perdido cualquier tipo de control o influencia sobre sus hijos, temen el mundo de las drogas y el alcohol, no comparten los valores de sus hijos adolescentes y deben aprender a negociar unas normas admisibles para todos. Por su parte, los adolescentes se toman mal cualquier restricción en su libertad y en su capacidad para decidir sobre sí mismos, no comprenden por qué se les quiere controlar, demandan más independencia y no entienden por qué sus padres se irritan con tanta facilidad.

Durante la adolescencia también suelen aparecer problemas escolares. Lo más normal es que el rendimiento escolar baje y que se produzca una apatía generalizada, un rechazo a asistir a clase y un absoluto desinterés por el aprendizaje de las materias académicas.

Surgen también problemas emocionales. El estado de ánimo de los adolescentes fluctúa y experimenta grandes cambios y altibajos, de manera que pueden pasar de sentir emociones como tristeza, rabia u odio, a emociones como felicidad, amor, euforia… en cuestión de horas.