Mucho se habla respecto de que la falta de una adecuada alimentación puede incidir en el desarrollo físico del niño y provocar más de alguna enfermedad, pero muy poco se sabe de su influencia en el rendimiento académico e intelectual.

En efecto, las malas notas de un estudiante en la escuela suelen atribuirse con frecuencia a problemas de atención o a una baja capacidad intelectual, pero rara vez se piensa que pueden originarse en que el chico está comiendo alimentos que no lo nutren.

El Crecimiento del cerebro:
El cerebro tiene su máximo período de crecimiento durante los primeros dos años de vida, más específicamente, el 70 por ciento del peso cerebral de un adulto se obtiene al final del primer año de vida. De aquí que la correcta nutrición del niño durante esta etapa, así como la de la madre y del feto durante el embarazo, sean fundamentales.

Diversas investigaciones científicas afirman que cuando ha habido malnutrición en estos periodos, el parámetro que más se afecta es el desarrollo del cerebro. Por ejemplo, hay estudios que comprobaron que los niños que sufren desnutrición en su primer año de vida tienen, en promedio, 25 puntos menos de coeficiente intelectual (CI)respecto de otros chicos que tuvieron una alimentación equilibrada. Pero, mientras los efectos adversos de la desnutrición en el crecimiento físico pueden verse tempranamente y aminorarse con una adecuada nutrición, rehabilitación y estimulación, sus consecuencias y secuelas sobre la inteligencia sólo se dejan ver en el largo plazo, cuando ya es muy difícil intervenir.

La inteligencia se correlaciona positiva y significativamente con el desarrollo cerebral, es decir, las
diferencias en el tamaño del cerebro son relevantes para explicar el CI de una persona.

Desarrollar el potencial:
Los especialistas que trabajan en el tema de la alimentación y del aprendizaje sostienen que para convertirse en una persona inteligente no basta con tener el potencial genético, también hay que contar con una familia y ciertas condiciones que favorezcan el desarrollo de estas potencialidades.
Y por cierto, una de las condiciones que benefician la expresión de las potencialidades es la alimentación equilibrada. Pero, ¿que se entiende por esto?

Los médicos nutricionistas explican que el chico no puede dejar, por ejemplo, de tomar leche, ya que ésta aporta calcio, mineral fundamental no sólo para la formación de los huesos, sino también para la construcción nerviosa que facilita los procesos intelectuales.

 

También es recomendable:

Aumentar la presencia de alimentos con ácido ascórbico, como cítricos y algunas verduras, en cada comida. Esto es especialmente importante en las niñas, pues esta vitamina es fundamental para enfrentar las necesidades del organismo en la etapa reproductiva.

Evitar tomar té y comer pan junto con las comidas, porque inhiben la absorción de hierro y zinc.

Darles mayor presencia a las frutas y verduras, ya que éstas ayudan a prevenir enfermedades cardiovasculares, cánceres y obesidad.

Un régimen abundante en proteínas proveerá al niño los aminoácidos esenciales para que su organismo crezca,

formando los músculos y sintetizando anticuerpos que opongan resistencia a las infecciones.

Los lípidos aportados por una dieta sana aportan hasta el 30 por ciento de las calorías totales requeridas, las que, junto a los ácidos grasos esenciales, proporcionan energía a las células cerebrales para que se multipliquen y crezcan.

Una dieta rica en vitaminas y minerales permite que metabolicen los nutrientes y se fortalezca el sistema inmune.